Tacos dorados de chícharo de auténtica abuela robada
Un día robamos a la abuela de @lolarocker para que nos enseñara a preparar sus famosísimos taquitos de chícharo.
Primero nos mandó por:
1 kg de chícharo fresco, ya pelado.
2 cebollas blancas, grandes, picadas
6 jitomates guajillos picados
1 chilito
1/4 kg de queso panela
1 kg tortillas de maíz, *pero que estén bonitas, mija*.
Aceite vegetal
Sal
Una olla con agua hirviendo
Un sartén grande con aceite
Y luego nos puso a chambear :D
De aquella sesión de cocina se desprende la siguiente metodología, que va calada, va probada y certificada por Auténtica Abuela de Lola.
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Pon poquito aceite en el sartén grande: añade la cebolla y dale un par de minutos para que se acitrone, agrega el jitomate, sazona con una pizca de sal y pimienta. Fríe todo a fuego lento, removiendo lentamente para que se vaya haciendo un puré aromático.
Al mismo tiempo, pon a cocer los chícharos en la olla con agua hirviendo -la suficiente para cubrirlos- y una cucharadita de sal. Estarán listos (suavecitos, con su verde aún brillante) casi al mismo tiempo que la mezcla de cebolla y jitomate esté fragante y olorosa.
Saca los chícharos del agua. Reserva una taza del líquido. Licúa los chícharos poco a poco con la mezcla de jitomate, ayudándote con chorritos del agua de cocción si la licuadora se atora. Si quieres un guiso picoso, este sería buen momento para añadir un par de chiles serranos.
Ya que esté todo licuado, regresa la mezcla a la olla ya seca para que se cocine un rato más. Pruébala, añade más sal y pimienta si lo crees necesario. Incorpora el queso panela desmoronado. Sigue cocinando hasta que huela delicioso.
Mientras tanto, enjuaga el sartén y colócalo nuevamente en la estufa; lo vas a necesitar en un momento. O pídele a alguien que lo lave (ja) mientras armas los tacos.
Estira un trapo de cocina limpio sobre tu superficie de trabajo.
Toma una tortilla -calientita aún de la tortillería, si se puede-. Acomódala sobre el trapo de cocina. Vacía una cucharada de la mezcla -no en el centro de la tortilla, más bien cargada hacia un lado, para que puedas enrollarla más fácilmente.
No caigas en la tentación de rellenar de más el taco. Glotones más glotones han tenido la misma tentación y comprueban, tristes, que los tacos excesivamente rellenos no son tan deliciosos. Que hay que ser parsimoniosos con el elixir chicharil. Que en la sabrosura de este manjar, la razón tortilla-relleno, el equilibrio es importante y la doradez de la tortilla no debe ser rebasada por un relleno desbordante.
Decíamos, pues, que enrolles el taco. Ponlo, con la costura hacia abajo, en una orilla del trapo. Enrolla el siguiente taco. Acomódalo junto al anterior, costura hacia abajo, muy juntitos y apretados, de manera que todos se vayan apoyando y conservando su espiral.
(Porque los tacos son espiral, son caracol con costuras).
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Apartado logístico: los tacos del futuro
Ya que acabes de enrollar los múltiples tacos, tendrás más de los que puedes comer en una sentada. Y está bien; siempre se deben enrollar tres veces más tacos de los que humanamente caben en la barriga. Porque, una vez enrollados y ya-no-calientes, los dos tercios que no comerá de inmediato pueden guardarse, bien envueltos, en el congelador; así tendrás taco para un par de ocasiones más en los siguientes tres meses.
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Una vez guardados los tacos del futuro, regresa a los tacos del presente.
Calienta aceite, (suficiente; sé generoso, por lo menos 1cm de profundidad) en un sartén. Acomoda los tacos, primero con la costura hacia abajo, durante un par de minutos, luego con la costura hacia arriba otro par de minutos.
(Si eres una abuela con cédula profesional, intentarás -y lograrás- darles vuelta con la mano. No lo intentes. Uno que es mortal puede recurrir a unas pinzas robadas de la panadería más cercana.)
Sácalos del sartén, escurriendo lo más posible el aceite que caiga por sus extremos abiertos.
Colócalos sobre una rejilla, o sobre un plato con toallas de papel para absorber parte del aceite.
Llévalos a la mesa.
Si mueres de hambre, cómelos así como vienen.
Si quieres ganar más puntos abuela, acompáñalos con su varia guarnición. Puedes optar por los acompañantes clásicos del taco dorado:
- Lechuga iceberg, si quieres ser purista, o escarola, o romana, o italiana… no somos muy particulares. De hecho, para comidas pequeñas yo prefiero cualquiera que no sea iceberg: porque siempre sobra, y porque siempre es más fácil fácil reusarla después en otras ensaladas.
- Crema
- Salsa varia
- Más queso desmoronado
- Cilantro picado
Si quieres ganar aún más puntos abuela, sírvelos sin decirle a tus invitados de qué son. Cuando menos uno dirá “ah qué ricas flautitas de pollo”. Así de sabrosos quedan.
Punto para #TeamChicharitos :D