Cómo hacer pan francés en 5 sencillos pasos
I. En busca del pan perdido
“¿Pan francés? eso no existe” dicen algunos. “¿French Toast? Es un invento de brunch gringo, como las French Fries”.
Difiero. Si bien la versión north-of-the-border tiene ya poco de francés –con sus montañas de crema chantilly, la catsup de los postres gringos–, la técnica del pan bañado en huevo sí que tiene su símil en alguna cocina francesa. Pain perdu, le dice quien lo ha preparado: pan perdido, porque ya está viejo y seco, y rescatado con las buenas artes de un baño en líquido. Es pariente de las torrejas, del budín de pan y del resto de las preparaciones destinadas a no desperdiciar nada en la cocina.
II. Quién que es no ha comido pan francés
Para la que esto escribe, como para media humanidad, azúcar + canela = infancia. Cuando niña, el pan francés era un desayuno frecuente. Y cena frecuente. Y postre frecuente. El tinglado para prepararlo consistía de cinco elementos:
- Un plato con rebanadas de pan de caja
- Un plato con huevo batido
- Un sartén caliente con mantequilla
- Un plato con revoltura de azúcar y canela
- Un plato para recibir los panes
Las rebanadas de pan –Bimbo, quel horreur ! que se me perdone, era joven e inexperta– pasaban por un capeado exprés en el huevo batido, un tostado exprés en la mantequilla, y un revolcón en azúcar caneluda, de manera que se le pegara toda la dulzura del universo. Una delicia, sí; podía consumir seis rebanadas de una sentada, con dos vasos de leche fría. Pero más que pan, se trataba de un vehículo muy eficiente para consumir la supracitada azúcar caneluda.
III. À la recherche du pain perdu
Hoy preparamos pan perdido con los mismos cinco elementos de la infancia, debidamente hermoseados.
1. El pan
Ya no más Bimbos. I know better now. Pan viejo, de preferencia brioche, del que ayer todavía alcanzaba a estar bueno tostándolo un poco, pero hoy ya no. Córtalo en rebanadas gruesas, para que pueda absorber líquidos. Porque…
2. El huevo
No es un capeado, es un tratamiento rehidratante. Se rebaja con un poco de leche y se enchula con auxiliar aromático vario. Usa lo que tenga a la mano; si funciona en un postre, funciona aquí. Por ejemplo:
- Ralladura de naranja o limón
- Extracto de vainilla (Vainilla de verdad. Di no a la vainilla artificial.)
- Jugo de jengibre fresco (un par de rebanadas en el exprimidor de limones hacen maravillas), o jengibre en polvo.
- Nuez moscada.
Deja las rebanadas de pan en este baño rehidratante durante un minuto o dos hasta que absorban el líquido.
3. El sartén con mantequilla
Man-te-qui-lla, no margarina. ¡Sabor!. A fuego bajo, para que el huevo del tratamiento hidratante se dore por fuera y también alcance a cocinarse un poco por dentro. Se vale usar una tapa para hacer del sartén un micro-horno. Te tomará alrededor de un minuto por cada lado.
4. ¡Azúcar!
Tras tostarse-cocerse, cada pan se pasa por con azúcar mezclada con algún elemento sabroseador. Por ejemplo:
- Canela, como en casa
- Cocoa
- Nuez moscada
- Jengibre
- Pimienta blanca, si uno se siente aventurero
No es necesario ahogar cada pan en azúcar, dado que ya trae sabor gracias a su tratamiento rehidratante. Se trata de un acento coqueto a su sabrosura, nadamás.
5. El plato para recibir
Ya dispuesto con una buena porción de fruta picada; algunas nueces por encima, té, café o mate para acompañar y listo. Una buena rebanada de pan brioche puede absorber un huevo entero durante su tratamiento rehidratante, así que tienes frente a ti un poderoso combo proteína-carbohidrato.
Próximamente: una versión no-dulce del pan francés. Sí se puede :D
¡A la mesa!