Cómo comer una leguminosa distinta todos los días y no morir en el intento
Me informa el Internet que hace 1.1 décadas cocinaba leguminosas todas las semanas para coadyuvar en la recuperación de una cirugía coronaria; la indicación de incluir una porción en la dieta diaria, más la reticencia del operado a consumir el mismo guiso en días sucesivos, culminó en una rutina de preparación múltiple semanal:
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Los domingos son el día oficial de la leguminosa. Tras un remojo nocturno, bi-sendas tazas de cuatro semillas distintas van a dar a sus cuatro respectivas ollas.
Las lentejas, con jengibre y espinacas.
Los frijoles, con cebolla en trozos generosos, ajos enteros y tomillo.
Las alubias, con cebolla y ajo picados, más albahaca.
Los garbanzos así nomás, que solitos se defienden.
La sal, poca, hasta el final de la cocción para que no endurezca las pieles.
Ya cocidas y entibiadas, se toma media taza de cada una (sin caldo) y se combinan en cazo, cuenco o ensaladera; se aliñan con vinagreta de oliva, miel, vinagre/limón, pimienta y hierbas finas, y se comen alegremente con sémola, pan o tortilla para formar saludable proteína vegetal.
El resto de las semillas se guarda en prácticos contenedores de media taza y va derechito al congelador, donde pueden dormir el sueño de los justos un par de meses e irse descongelando por porciones diarias. (Benditos microondas).
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¿Será que lo logro nuevamente, sin perder el ritmo? Let's find out!