Le piquenique en Gasworks Park
De pequeña leía que el clima es un tema de conversación apropiado para las personas adultas y bien educadas, pero no alcanzaba a entender por qué. El estado barométrico-térmico de mi ciudad natal puede describirse con combinaciones de cuatro enunciados: "hace frío", "hace calor" "llueve", "no llueve". No hay mucho más que decir. La decisión más relevante es llevar o no paraguas al salir al mundo exterior.
Sin embargo, en ciudades más cercanas al Polo Norte los caprichos atmosféricos sí que afectan el día a día de los contribuyentes. En cuanto se asoma el sol tras varios días de nube y lluvia seattlense, aparece el impulso irresistible por empacar las viandas previstas para el lunch y dirigirse al parque más cercano para aprovechar el calor.
En este picnic patrocinado por el astro rey participan uno, dos, tres, cuatro, cinco manjares hechos en casa. Seis si cuentas la fruta. Siete si cuentas la chica. Salimos envueltos en bellos aparejos: servilleta a cuadros para las viandas, como dictan los cánones del picnic; mezclilla y camiseta ligera para la chica, como dictan los cánones del paseo primaveral.
Tras colocarse a una distancia prudente del grupo de infantes que hacen ciencia con sus padres...
... uno puede admirar los tonos magenta-carmesí de la ensalada cortesía del betabel.
Y una vez concluida la ingesta, reposar el lunch con vista al lago, antes de emprender el camino a casa.